RICARDO DARÍN: El discurso soñado
El pasado viernes, Ricardo Darín estaba en capilla por un doble motivo; desde hace unas horas (escribo en las primeras horas del día 21 de septiembre) sigue en la misma situación (o sea, a punto de que suceda algo importante), aunque la presión debe haber menguado, puesto que ya tuvo lugar el reestreno de “Escenas de la vida conyugal”, función con la que regresa a los Teatros del Canal en Madrid tras el éxito obtenido hace casi dos años (y que se mantendrá en cartel hasta el 22 de octubre). El otro acontecimiento inminente para el que el actor lleva preparándose unos meses (“y sigo sin creérmelo del todo”) es la recepción del Premio Donostia el próximo 26, en el marco, por supuesto, del Festival de Cine de San Sebastián. Y con tantas emociones a flor de piel se presentó ante los medios para levantar el telón de esta nueva temporada teatral en la que, profesional y anímicamente, pone el contador a cero: “Es, lisa y llanamente, un estreno: nos comprometimos en 2015 a regresar y, puesto que surgieron desencuentros con mi anterior compañera en escena [Érica Rivas], para no cancelar algo que todos, compañía y teatro, deseábamos, busqué a una buena y querida amiga como es Andrea Pietra y su llegada provocó un absoluto recambio de energía y es como si la función fuese otra totalmente distinta”. Con la elegancia que le caracteriza, Darín pasó por encima de todo lo publicado (y después atenuado e incluso desmentido por ambas partes) sobre la supuesta pelea entre él y Rivas durante el rodaje de “La Cordillera” (película que se estrenará en España el 29 de septiembre tras su proyección en San Sebastián) con denuncia incluida, achacando los roces y posterior alejamiento (que reconoció sin tapujos ni dramatismos) al intenso trabajo desplegado en escena: “Interpretamos a un matrimonio que vive una montaña rusa de emociones de lo más dispares e intensas y algo de eso fue resintiendo nuestra relación, por lo que pensamos que era mejor parar y aquí estamos ahora”.
Para no faltar a la palabra dada a los Teatros del Canal y respetar las fechas previstas, el actor llamó a una querida compañera y amiga con la que ha compartido muchas cosas: “Ya en su momento, cuando me hice cargo de la dirección de “La señal” (2007) [proyecto que truncó la muerte de Eduardo Mignogna] para terminar lo que no pudo hacer un amigo, recurrí a Andrea, con la que ya había trabajado en televisión; ahora, coincidimos por fin sobre las tablas y cerramos el círculo. Bueno, aún nos quedan las redes sociales, que no descartamos, e incluso el teatro callejero, algo a lo que siempre se puede regresar”. Al margen de la felicidad que no oculta por esta circunstancia, Andrea Pietra se siente pletórica porque ve cumplido su sueño de actuar en España: “Vengo muy a menudo, de hecho estaba aquí hace como dos meses o algo más, precisamente expresando mi anhelo de hacer teatro aquí, tanto en esta ciudad como en este lugar en concreto, cuando recibí la llamada de Ricardo. Hay que lanzar los deseos al universo porque nunca se sabe quién puede estar escuchando”. Ambos se ponen bajo la batuta de una de las actrices más prestigiosas y magistrales que hayan visto los siglos: Norma Aleandro, quien interpretó la pieza y codirigió la obra junto a Alfredo Alcón en 1992, “con la que es un lujo trabajar porque da indicaciones muy precisas y concede inmensa libertad creativa”, afirma Pietra.
Ricardo Darín, Norma Aleandro y Andrea Pietra
“Escenas de la vida conyugal” es la versión teatral que el propio Ingmar Bergman firmó en 1981 de lo que se estrenó en 1973, protagonizada por Liv Ullmann y Erland Josephson, como miniserie de seis episodios en la televisión sueca y que conocemos en España como “Secretos de un matrimonio”, haciéndose muy popular y cosechando premios la refundición de dos horas y media que se estrenó comercialmente en la gran pantalla. Pasar en cuestión de segundos de una situación a otra distinta, a veces con varios años de diferencia, es lo que, a juicio a Darín, provoca esa electricidad que puede acabar afectando la relación profesional y personal de los intérpretes y, sobre todo, que cada montaje varíe aunque él repita su rol y la directora sea también la misma: “Es, por encima de todo, un ejercicio teatral: vamos saltando de escena a escena, hay que provocar un vértigo constante sin solución de continuidad, en ocasiones son hechos casi consecutivos, pero a veces hay que reformular el personaje en pocos segundos porque se da un salto importante en el tiempo. Mantener esa tensión actoral es la única forma de que el montaje no se estanque ni mecanice, por eso el recambio de energía que aporta Andrea ha sido fundamental para afrontar el trabajo como si fuese la primera vez y eso ha conllevado que, de una forma u otra, algunas situaciones hayan variado sensiblemente y, repito, es un estreno, incluso para los espectadores que viesen alguna representación hace dos años” [que, por cierto, agotaron los billetes en poco tiempo, demandaron una prórroga, y como eso es prácticamente imposible en una programación tan necesaria y obligatoriamente ajustada como la de los Teatros del Canal nació el compromiso que es ya una realidad en la cartelera madrileña].
Andrea Pietra, Ricardo Darín
Y, mientras, por supuesto, Ricardo Darín afirma seguir pensando en el Donostia (del que iba a ser único receptor este año hasta que, influenciado por Hollywood que el día anterior anunciaba la concesión de un Oscar honorífico, el Festival de San Sebastián amplió el número de galardones con la inclusión de la prestigiosa cineasta belga Agnès Varda -y también, sin que uno tenga claras las causas, con la sorprendente aparición en el palmarés de Monica Bellucci): “Pienso en la impresionante lista de anteriores premiados y no puedo dejar de asombrarme. Me siento muy satisfecho, muy feliz, sobre todo porque viene de gente que siempre me ha tratado muy bien y demostrado un cariño infinito” [obtuvo la Palma de Plata junto a su compañero Javier Cámara por su trabajo en “Truman” (2015)]. Y no tiene reparos en reconocer que sigue dando vueltas a su discurso de agradecimiento: “Antes de dormir voy pensando en ello y he tenido tres o cuatro muy aceptables, pero no consigo recordarlos cuando despierto. Me temo que al final tendré que recurrir a algo que no me gusta y es sacar un papel diciendo que seré breve… Prometo serlo, pero llevaré una guía para no perderme, especialmente teniendo en cuenta que con los premios suelo emocionarme y como no tengo algo a lo que agarrarme puedo empezar a llorar en seguida”. Darín ha confesado que considera el Donostia como el premio más importante de su vida (matizando con un “posiblemente” para no herir susceptibilidades) y, por ello (“aunque después hemos descubierto que me hubiese dado tiempo a llegar, pero agradezco que, ya estoy en esta vorágine, haya quien se apiade del pobre Ricardito y procuren que esté lo más cómodo posible”), la función de “Escenas de la vida conyugal” prevista para el miércoles 27 se ha suspendido, pero será la única excepción en unas representaciones que están repitiendo lo sucedido en 2015 en lo que a ocupación de butacas se refiere. Y el actor hablaba de vorágine porque, coincidiendo con el teatro, se incorporará al rodaje de “Todos lo saben” de Asghar Farhadi (“habrá días en que llegaré a la función directo del set”), donde compartirá pantalla con Penélope Cruz y Javier Bardem. Los múltiples admiradores de Ricardo Darín tienen muchas y variadas razones para regocijarse y mantenerse activos como espectadores.