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CRIATURA, esencia de vida y belleza


Ella, junco cimbreante de pensamientos móviles y trepadores. Él, retazo azabache de emociones palpitantes.


Al entrar en Nave 73, la sala que actualmente acoge este montaje de belleza incandescente que es CRIATURA, los hallamos a ambos surcando las aguas níveas de la existencia. Él (Borja Maestre) y Ella (Consuelo Trujillo) deambulan con gracia sonámbula por una blancura vacía que anhela empezar a ser escrita. Y la cadencia de la música que los acompaña en ese desencuentro ensoñado provoca en el espectador el anhelo de que estos dos seres se descubran e inicien juntos su particular comunión de vida.


De pronto, los dos oficiantes de CRIATURA se dejan poseer por el lirismo del verbo íntimo, ése que fluye naturalmente del manantial del yo verdadero, y, tras brindar al público un cálido recibimiento de caricia y palabra, comienzan una odisea escénica donde danza, poesía y melodía se aúnan en los cuerpos volátiles y espíritus ávidos de unos intérpretes de sensibilidades parejas en excelsitud expresiva.



CRIATURA parte de un viaje iniciático emprendido años ha por esa actriz maestra que es Consuelo Trujillo. Periplo de búsqueda artística y personal al que se han unido Borja Maestre y Andrés Waksman (quien, aparte de contribuir a la creación de la pieza, la ha codirigido junto a Consuelo). Esta exploración creativa que persigue reflejar en el arte “algo de la belleza y el dolor de lo recorrido en la vida” según palabras de su alma máter, se ofrenda al público mecida por la brisa inspiradora de voces poéticas tales como Federico García Lorca, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Pablo Neruda, Giaconda Belli, Juan Luis Panero, Gil de Biedma o Yalal ud-Din Rumi. Una brisa que se constituye en belleza primigenia que mece y también sacude cuerpos y almas, tornándose ocasionalmente en vendaval sensorial que nos subyuga y arrastra hasta lugares insospechados.


Una pieza de las características de CRIATURA por fuerza provoca tantas sensaciones distintas como diferentes son todos y cada uno de los espectadores que acuden a la ceremonia existencial de lo bello en la que se erige. Sin embargo, nada hay en ella que deje indiferente. CRIATURA nos impele a desplegar las alas de nuestros sentidos y a alzar el vuelo de nuestros imaginarios íntimos, pero nunca determina el personal horizonte al que nos conduce nuestra percepción de lo que en el montaje se vive y se representa.


Desde esa libertad perceptiva que CRIATURA despliega en el público, nos transformamos en afluentes de sentimientos poliédricos, afanosos por desembocar en el inconmensurable cauce de hermosura simpar donde sus actores se transfiguran mágicamente a lo largo de sesenta minutos desprendidos del tiempo. El magisterio interpretativo de Consuelo Trujillo se licua aquí en zambra y quejío, sensualidad y evanescencia, mirada de lluvia y temblor de rocío. El complemento actoral que esta actriz de raza halla en un Borja Maestre que implosiona y explosiona de manera pluscuamperfecta a lo largo de un arco vivencial de exuberancia alucinada y carnal, resulta sobresaliente.



Friedrich Schiller afirmó: “El encanto de la belleza estriba en su misterio; si deshacemos la trama sutil que enlaza sus elementos, se evapora toda la esencia.CRIATURA no pretende descifrar la incógnita de lo hermoso, pero en la inmersión sensorial a la que nos aboca aflora la sustancia misma de aquella belleza que confiere hálito de vida a quienes somos.


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