CARLOS BE: "Con AMÉN, abrimos puertas para que el espectador entienda al prójimo"
La dramaturgia de Carlos Be es azote emocional, humor de hiel e interrogante catártico. La creación teatral contemporánea en España no se entendería sin la visión valiente y necesaria que del arte de Talía tiene este talentoso enfant terrible de nuestras letras.
De reconocida proyección internacional, la labor dramática de Carlos Be nunca deja indiferente y por ello cada nuevo montaje que lleva su sello autoral supone todo un acontecimiento para quienes entienden el teatro como reto intelectual y social.
El reciente estreno madrileño en el Café del Kosako de su obra AMÉN ha conmocionado la escena off de la capital por la contundencia de los temas que denuncia: la pederastia en el seno de la Iglesia católica, la represión conservadora contra el colectivo LGTB y la sanguinaria intolerancia de las religiones. Vivir la experiencia de este demoledor texto basado en hechos reales que ha parido Carlos Be perturba y también aterroriza en medio carcajadas salvajes. Pero sobre todo, AMÉN constituye una liturgia libertaria que aboga por la necesidad de preservar la memoria individual como fundamento mismo de aquella otra llamada colectiva.
Carlos López y Jorge Yumar en AMÉN (izq. a dcha)
Si Borges dice que “somos nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”, podemos afirmar que Carlos Be en AMÉN nos obliga a mirarnos no sólo en esos fragmentos reflectantes propios y ajenos, sino que nos fuerza además a caminar sobre ellos.
Pero demos voz al dramaturgo y que él mismo se pronuncie.
“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra a él” (Simone de Beauvoir). ¿Cuál crees que es el secreto de AMÉN para que sea capaz de perturbarnos después de la saturación mediática concerniente a los escándalos sexuales en el seno de la iglesia católica?
En AMÉN, la realidad se pone en tela de juicio sobre el escenario. Como espectador, la obra te pide que te detengas y opines de verdad, que te comprometas con tu opinión de la misma manera en que nosotros, la compañía, nos estamos comprometiendo en escena. ¿Dicen que somos escandalosos o provocativos? No estoy de acuerdo. Lo que es escandaloso es que Rita Maestre, portavoz del ayuntamiento de Madrid, deba afrontar un juicio por participar en la protesta de una capilla cuando los sacerdotes violan niños impunemente. Las leyes no son iguales para todos. Hay que terminar con esa desigualdad. ¿Sigo? Jorge Mario Bergoglio, jefe de estado de la Ciudad del Vaticano, acaba de declarar como lamentable que otras formas de convivencia se equiparen a la idea de familia heterosexual que ellos promueven, ergo, controlan. La docena de agresiones a gays en Madrid en lo que va de año... Y de los Maristas en Barcelona, qué me dices. Todo esto es lo escandaloso. ¿Podemos acostumbrarnos a vivir entre semejantes injusticias? Yo no. Por eso AMÉN. Y completamente de acuerdo con De Beauvoir.
“El primer pecado de la humanidad fue la fe, la primera virtud la duda” (Carl Sagan). AMÉN nos fuerza a cuestionarnos la perenne intolerancia que sustenta cualquier religión y lo hace despojada de todo maniqueísmo. ¿Cómo lograste ese equilibrio dramático?
AMÉN muestra la religión desde las personas, cómo la viven sus detractores pero también sus defensores. Y cómo se siente, no cómo se piensa: eso es mucho más cercano a todos y, en esta obra, aterrador desde cualquiera de los bandos. El equilibrio de este drama se sostiene sobre la verdad de los casos.
Carlos López
“El que condena el pecado se convierte en parte de él, lo abraza” (Georges Bernanos). En AMÉN reniegas de la supuesta supremacía moral de la iglesia católica, ¿qué ética sustenta tu dramaturgia?
Yo reniego de su supremacía, nada “supuesta” por desgracia, porque no obedezco a asesinos ni a instigadores al odio, pero no por mi ética, sino por la falta de ellos. Y, por cierto, Bernanos me fascina desde su NOUVELLE HISTOIRE DE MOUCHETTE, la narración de una niña violada incapaz de exteriorizar lo que ha sufrido y que acaba arrojándose a un río. La iglesia es una maestra en temas de represión, mejor manera de controlar no hay.
“El hombre en su orgullo creó a Dios a su imagen y semejanza” (Friedrich Nietzsche). ¿Tus criaturas teatrales están creadas a imagen y semejanza de su dios / autor – director?
Para nada. Bueno, miento. En AMÉN hay una criatura que sí, que se parece bastante a mí, pero tiene bien poco de teatral... Pero por lo general no suelo exponerme demasiado en los textos, hay realidad de sobras que mostrar, aunque es inevitable que alguna traza, más o menos perceptible, termine por colarse, por supuesto.
Carlos López y Jorge Yumar (izq. a dcha)
“El actor debe de ser capaz de crear un universo en la palma de su mano” (Laurence Olivier). AMÉN cuenta con el brillante tándem interpretativo que forman Carlos López y Jorge Yumar. Desde la dirección, ¿cómo trabajaste con ellos en la construcción de los numerosos microcosmos dramáticos que van emergiendo a lo largo de la obra?
A Carlos López le conozco desde DORIAN y ya llevamos un par de años trabajando juntos. La propuesta de AMÉN surgió de los dos y nos propusimos convocar otro casting (di con mi tocayo así), lo que no esperábamos era completar ese tándem con alguien del talento y la disciplina de Jorge Yumar. Cualquiera de los tres te dirá que nos lo empezamos a pasar bien desde el día del cásting y la verdad es que seguimos con esas ganas y esa energía. Creo que el cariño y la admiración que nos tenemos es fundamental para abordar esos microcosmos que citas en los que las pautas fueron siempre muy simples: divertirse e ir más allá.
“La capacidad de atención del hombre debe ser constantemente espoleada por la provocación” (Albert Camus). AMÉN es uno de los últimos montajes de The Zombie Company, la compañía teatral que Fran Arráez y tú fundasteis allá por 2003 para dar vida al tipo de teatro contundente y revulsivo que os gusta. ¿La provocación estigmatiza artísticamente?
Bastante, son ganas de encasillarnos, pero allá cada uno con sus limitaciones. Además, huir de las casillas es, tanto en los trabajos de Fran como en los míos, marca de la casa, porque tenemos muchas cosas que contar con una premisa muy básica: queremos hacer ese teatro que nos gustaría ver y que, por desgracia, no vemos muy a menudo.
Jorge Yumar y Carlos López (izq. a dcha)
“Si nunca se habla de una cosa es como si nunca hubiese sucedido” (Oscar Wilde). La mayoría de tus obras suscitan un saludable debate posterior a su vivencia. En el caso de AMÉN además se han dado testimonios tremendos de muchos espectadores que han recordado con vosotros casos de pederastia y abusos por parte de sacerdotes...
Sí. Un día uno de los espectadores me contó, al terminar la función, que sentía un profundo sentimiento de venganza. Le pedí que me explicara a qué se refería. Por haber sido partícipe como público de la función, sentía que se había vengado de aquel sacerdote que de pequeño le acariciaba las nalgas en clase y eso, añadió, que él tuvo suerte y le rehuyó a tiempo, los roces no fueron a más, algo que no se atreve a asegurar con otros compañeros de aula. Creo que es la primera vez que alguien nos confiesa que promovemos la venganza o algo parecido a ella en escena. Y en este caso, me siento orgulloso de que así sea. También nos hemos encontrado con otros testimonios, muy duros, que opinan como Wilde, hay ciertas cosas que hay que hablarlas, no pueden caer en el olvido.
. “La memoria es el centinela del cerebro” (William Shakespeare) . En AMÉN abogas por la necesidad del recuerdo, de no cerrar los ojos ante crímenes cometidos en nombre de la religión en el pasado y también en el presente más inmediato... ¿Cómo seleccionaste los casos que expones en tu obra?
La obra fue escrita en 2005 y parte de los acontecimientos en torno al matrimonio gay, que no deja de ser un referente de esa igualdad tan deseada por muchos, estaba muy en boga en aquel momento. Para su estreno en Madrid hemos actualizado algunas escenas, aunque las barbaries que se cuentan trascienden cualquier época. Nos remontamos hasta la Ley de Vagos y Maleantes –hemos tenido público que nos contó haber padecido esa perversión jurídica– y el asesinato de Lorca, otro referente del dolor y el pánico en España.
Carlos Be
“La sátira es el arma más eficaz contra el poder. El poder no soporta el humor” (Darío Fo). El humor corrosivo que vertebra AMÉN refuerza todavía más la contundencia de tu denuncia, ¿te resultó difícil hallar el tono satírico justo para no frivolizar tu texto?
En absoluto. Con una idea detrás –y en este caso, una ideología también–, no hay teatro frívolo.
“Para invocar un demonio has de saber qué nombre tiene.” (William Gibson). Actualmente, como bien apuntas en AMÉN, junto a la conquista de derechos y libertades por parte del colectivo LGTB en algunos países occidentales se da también un repunte de la demonización del mismo en muchos otros...
España entre ellos, fíjate en lo de Jorge Mario Bergoglio y demás acontecimientos. Para los que creen que estamos a salvo y que no es necesario seguir concienciando al respecto, creo que debo darles una mala noticia.
“Mejor que juntar las manos para rezar, es abrirlas para dar” (Anónimo). Desdoblándote como mero espectador de AMÉN, dinos las principales cosas que te aporta y qué crees que puede darle al público que acuda a verla.
Pues por terminar con otra cita, voy a parafrasear al mayor bestseller de la historia. Con AMÉN, abrimos puertas para que el espectador entienda al prójimo, pero para que lo entienda de verdad, no como mandamiento ligado a la culpa y a otros intereses de la iglesia. Luego allá cada uno si decide amar o no a ese prójimo, pero entenderlo es un buen primer paso para el concilio y la igualdad.
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