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POLTERGEIST: Ayer y hoy de un clásico

  • Óscar López, Pablo Vilaboy
  • 25 may 2015
  • 5 Min. de lectura

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Poltergeist (2015)


“Poltergeist: Fenómeno paranormal que engloba cualquier hecho perceptible, de naturaleza violenta e inexplicable inicialmente por las leyes de la física, producido por una entidad o energía imperceptible.”


Corría el año 1982. Tras entronizarse como el Rey Midas de Hollywood con los éxitos masivos de Tiburón (1975), Encuentros en la tercera fase (1977) y En busca del arca perdida (1981), Steven Spielberg se aventuraba en el terreno de la producción cinematográfica haciendo coincidir en las grandes pantallas de medio mundo dos títulos que volverían a arrasar en taquilla al tiempo que se establecerían nuevamente, al igual que los filmes apuntados, en la memoria colectiva de varias generaciones de espectadores: E.T. El extraterrestre (dirigida también por él) y Poltergeist (con Tobe Hooper como director en base a un argumento de Spielberg cuyo guión también contó con su impagable contribución). Sin entrar en las polémicas irresolutas acerca de qué partes de este último clásico son deudoras de la concepción visual de Hooper o de Steven Spielberg, Poltergeist hermanó equilibradamente el espíritu malsano del director de la legendaria La matanza de Texas (1974) con el ideario de tensión cinematográfica para todos los públicos innato al padre de E.T, resultando de tal conjunción creativa un film donde lo siniestro deviene en gozo para el espectador.


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Poltergeist (1982)


Reseñemos además que el Poltergeist original vio la luz en una década, los ochenta, en la que el cine estadounidense retrató como nunca ciertos universales de la familia de clase media. En esos años, películas como por ejemplo Gente corriente (1980), En el estanque dorado (1981) o La fuerza del cariño (1983), aguzadas y muy humanas radiografías de las pulsiones familiares, saborearon las mieles del triunfo. Este interés por el retrato de familia se halla también en la dinámica argumental del film de Tobe Hooper, confiriéndole un poso emocional que provoca un reconocimiento inmediato del público en el descenso a los infiernos de su familia protagonista cuando la casa donde se muda resulta estar tomada por unos entes que terminan por arrastrar hasta una dimensión paralela a Carol Anne, la hija menor del matrimonio.


El remake de Poltergeist que ahora se estrena tiene cuanto menos unos créditos interesantes: La dirige Gil Kenan, artífice de la más que estimable cinta de animación Monster House (2006), con guión del prestigioso dramaturgo y ocasional guionista David Lindsay-Abaire (premio Pulitzer de teatro por Rabbit Hole que él mismo adaptó para el cine y que en España se estrenó con el título de Los secretos del corazón (2010)). Se suma este empeño cinematográfico a la fiebre de remakes de clásicos del género de terror que ha invadido nuestras pantallas en los últimos años con resultados más que lamentables en la mayoría de los casos. Podríamos apuntar como excepciones a dicho general desacierto las de La matanza de Texas de 2003 o de Las colinas tienen ojos de 2006, propuestas cinematográficas que manteniendo de forma notable el aliento conceptual de los clásicos que recrean aportan unas visiones distintas de las historias de cara a las nuevas generaciones de espectadores. Desgraciadamente el film de Gil Kenan no ha entrado en el grupo de dichas salvedades.


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Poltergeist (2015)


Se observa en la planificación visual que Kenan hace de esta conocida historia de fenómenos extraños una falta de inventiva clamorosa que convierte en inane la vivencia de su película. El recorrido que su director hace por los que, tras el estreno del original de Hooper, se erigieron en lugares comunes del muy particular subgénero de casas poseídas o encantadas, es tan correcto como pedestre, transformándose lo que en la producción de Spielberg era un muy entretenido carrusel de terror en una mera y ajustada sucesión de sustos y efectos especiales sin un ápice de emoción. Imágenes grabadas en las retinas de varias generaciones de espectadores como las de Carol Anne ensimismada frente a la pantalla de una televisión encendida y sin emisión desde la que los entes establecen contacto con ella (“Ya están aquí.”, frase escalofriante y mítica de la película máter que en la producción de 2015 no genera ninguna sensación de inquietud entre el público) o la del acoso nocturno al hijo mediano de la atribulada familia protagonista por parte de una entidad que toma fisicidad en la figura de un payaso de juguete, no alcanzan en la recreación que de ellas ha hecho Gil Kenan un ápice de la fuerza que tenían en el Poltergeist de 1982.


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Poltergeist (2015)


Resulta cuanto menos frustrante que un dramaturgo de la talla de David Lindsay-Abaire que de manera tan modélica ha demostrado saber hundir el escalpelo de su talento literario en la dinámica cotidiana de las familias disfuncionales en dos de sus obras de teatro más celebradas (Rabbit Hole y Good People), no haya acertado tampoco a la hora de cincelar el conflicto humano latente en la trama de terror. Al dibujo plano que hace de los personajes de este remake hay que añadir el patético intento por dotar de humor al rol de un médium que hace aflorar aún con más fuerza el recuerdo del original, con aquel personaje naif y al tiempo turbador que bordó Zelda Rubinstein encarnando a una extravagante y divertida médium.


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Zelda Rubinstein en Poltergeist (1982)


Sí es de agradecer el empeño por recurrir lo menos posible a la habitual sobreabundancia de efectos especiales a la que nos tienen acostumbrados (y agotados) productos como éste, cintas en las que todo se cifra a los arabescos más imposibles que la cámara (o los últimos avances tecnológicos) pueda conseguir, invadiendo y lacerando los ojos de los espectadores más allá de cualquier medida; pero es una verdadera lástima cómo ese aire un tanto ingenuo del Poltergeist original, esa atmósfera perturbadora por cotidiana, esa inquietud que iba creciendo con pavorosa y verosímil naturalidad se quede en esta ocasión en lo superficial, en el mero envoltorio, y no se le dote del carácter necesario para divertir al público (porque, no lo olvidemos, un temblor, un sobresalto, una mordida de uñas, incluso un grito vivido con intensidad, servido con la maestría de cineastas que se implican en un género, que se lo toman en serio, que saben dosificar y jugar con los tonos, es una de las cosas más divertidas que pueden experimentarse en una butaca y dejan honda huella en aquel que se quedó con la garganta seca y mirando la pantalla con ojos hipnotizados porque el horror estaba allí).


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Poltergeist (2015)


Deseamos, eso sí, que aquellas fuerzas ominosas que parecieron sustentar la aureola de película maldita para parte del elenco del film original (Dominique Dunne, la actriz que interpretaba el papel de hermana mayor fue estrangulada por su novio el mismo año del estreno de la producción de Spielberg, Heather O´Rourke, la inolvidable Carol Anne, murió poco años después a causa de una extraña dolencia intestinal, otro de los intérpretes sería asesinado a hachazos en 2009 y durante el rodaje se sucedieron acontecimientos inexplicables que sufrió la mayoría del reparto) no afecten a los integrantes del equipo de este remozado Poltergeist (no hay constancia de que en la nueva producción se hayan utilizado esqueletos reales como hicieron en 1982, por tanto, en principio, no han de temer iras y represalias del más allá).


Óscar López, Pablo Vilaboy









 
 
 
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