SUSI SÁNCHEZ: Sinónimo de calidad
Aunque su nombre no es popular, en parte por propia decisión, Susi Sánchez es una de esas actrices que, sin alharacas, se ha labrado un prestigio muy bien cimentado, tanto entre la profesión como entre el público aficionado al teatro. Del mismo modo, sus cada vez más frecuentes apariciones cinematográficas y sus trabajos en televisión destacan por el rigor y cuidado con que los selecciona esta intérprete capaz de dibujar la psicología de un personaje sólo por el modo en que camina o mira.
(El elenco de Buena Gente. Arriba de izq a dcha: Diego Paris y Juan Fdez. Abajo de izq a dcha: Susi Sánchez, Verónica Forqué y Pilar Castro.)
Mantenemos esta entrevista sentados en la escalinata que nace en el vestíbulo del Teatro Rialto de Madrid en el que actualmente triunfa junto a Verónica Forqué, Juan Fernández, Pilar Castro y Diego Paris con la estupenda obra Buena gente, original de David Lindsay-Abaire, todo un regalo para los amantes de lo que algunos tildan peyorativamente de “teatro burgués” –en realidad, es teatro de siempre, por eso se mantiene en plena forma, no le afectan las modas-, un espectáculo al que David Serrano ha sabido ajustar las costuras, adaptándolo para que tenga un aire y sabor netamente español sin traicionar la esencia, las intenciones del autor, destacando aún más la universalidad de lo que se cuenta. Susi tiene que dejar a un lado el móvil, quitar el sonido para que no nos interrumpa –“lleva todo el día sonando y al principio no lo entendía”-, puesto que es uno de los nombres del momento: nos encontramos el pasado 26 de marzo, día en que nos desayunamos con la noticia del reparto completo de la nueva película de Pedro Almodóvar en la que ella, por tercera vez consecutiva, tiene reservado un papel.
(Susi Sánchez en La piel que habito (2011) de Pedro Almodóvar)
PREGUNTA.- Es inevitable comenzar por Pedro, ¿no?, aunque es tan sólo la guinda al momentazo que vives: teatro en la Gran Vía, has ganado un nuevo premio de la Unión de Actores por tu participación en Cuando deje de llover, por ese mismo trabajo eres candidata al Max… ¡No hay quién te pare!
RESPUESTA.- ¡No es para tanto, jajaja! Pero no me quejo en absoluto, todo lo contrario: como suele decirse, estoy en un momento dulce, muy golosón y me siento muy contenta. En cuanto a lo de Pedro es un papelito corto pero me entusiasma porque tiene mucha luz y, además, es la primera vez que me hace prueba por lo que siento que me lo he ganado aún más que los anteriores.
(Susi Sánchez en Cuando deje de llover, montaje teatral dirigido por Julián Fuentes Reta)
P.- Jugando un poco con el título de la función, con la propia peripecia de los personajes y al hilo de lo que estamos comentando, ¿podríamos hablar también de buena suerte? ¿Cuál es tu relación con este concepto?
R.- Yo no creo demasiado en la suerte, en ese sentido soy más bien escéptica: dicen que la buena suerte es la conjugación de la preparación de cada uno y de que surja la oportunidad. Entonces, si uno sabe aprovechar el momento y tirar hacia delante, llama “buena suerte” a lo que no deja de ser trabajo y esfuerzo propio. Yo, como tal, sólo considero que te toque la lotería porque es algo aleatorio.
(Izq a dcha: Pilar Castro, Verónica Forqué y Susi Sánchez en Buena gente)
P.- Pero puede suceder como con la protagonista de la obra: no es consciente de sus oportunidades, ni se preocupa por ellas, sólo vive para su hija pero sin querer hacer nada que pueda dañar a otros…
R.- Sí, es cierto que los factores que decimos pueden escaparse, pero cuando uno no está preparado para verlos, pasan mil veces por delante sin que te des cuenta, pero en caso contrario los cazas al vuelo. Igual es prepotente pensar así, pero yo creo que la buena suerte se la labra cada uno.
P.- ¿No te parece una visión muy determinista? Es dejarlo todo en manos del azar o del destino, como si uno no tuviese opciones…
R.- Lo cierto es que yo creo más en el destino, porque la suerte me resulta un hecho superficial y el destino, sin embargo, es muy poderoso: puede que pretenda algo con todo mi anhelo, con todas mis ganas, pero si el destino se opone no hay forma de hacerlo, por mucho que me empeñe, por mucho que ponga todo lo que esté en mi mano, no hay manera. Creo en apostar por el momento. Fijaos que en los personajes de la obra hay bastante de predestinación: ella le dice al doctor “tuviste mucha suerte”, pero también fue que él pudo elegir; ella, sin embargo, sólo pudo hacer lo que hizo y, además, reconoce que le faltaron herramientas, elementos que la impulsaran.
(izq a dcha: Diego Paris, Pilar Castro, Verónica Forqué y Susi Sánchez en Buena gente)
P.- Tu personaje es un poco ese motor, ¿no?, esa amiga que zarandea, espabila, pone en movimiento…
R.- Mi personaje tiene esa acción, es verdad; cuando preparábamos la función con David, veíamos claramente el conflicto de todos los personajes, excepto en el mío, porque lo que le define es esa acción tan clara: proteger, impulsar, animar, levantar, ayudar todo lo que pueda, me dejo la vida por mi amiga, no siempre con buenos consejos, puede ser, pero también es cierto que guardo y respeto el secreto que no se desvelará hasta el final. Ella quiere ponerles en contacto, quiere que la situación se aclare, incluso ahora he añadido un “se la pedí”, después de contar que tengo su tarjeta, para dejar claro cuál es la intención de mi personaje desde el comienzo.
Margarita (Verónica Forqué) es la madre soltera de una hija discapacitada de cuarenta años que, rondando los sesenta, se encuentra sin empleo y abocada a una vida todavía más miserable que la que padece. En su precario horizonte, por indicación de una de sus mejores amigas, aparece un novio de juventud, un médico de prestigio que podría ser su llave hacia un futuro más cómodo y estable. Con la sensibilidad y buen gusto que le caracterizan (es el autor de Rabbit Hole, con la que obtuvo el Pulitzer) , David Lindsay-Abaire cuenta una historia tremenda que noquea al espectador desde la sencillez, desde la sugerencia, desde la sutileza, la misma que derrochan sus intérpretes para no cargar las tintas e ir oscureciendo la comedia casi imperceptiblemente hasta impactar a todo el patio de butacas y vivir uno de los finales más impactantes que se recuerdan con un silencio sobrecogedor.
(izq a dcha: Juan Fdez, Pilar Castro y Verónica Forqué en Buena gente)
R.- Hubo mucho empeño por parte del director en que contásemos la historia en serio, sin buscar la carcajada del público, y yo también soy muy partidaria de eso: es el público el que da la medida de si algo es gracioso o no, de si se lo parece, el actor no debe provocarlo, no hay que hacer trampas. David dice que, en concreto, nos eligió a Pilar y a mí porque éramos “actrices serias”, jajajaja. Lo cierto es que yo nunca pensé que me llamarían para un personaje de este tipo, nunca había tocado esta cuerda y es por lo que me apeteció tanto el reto, aunque he tardado en entrar, precisamente por ese cambio tan radical de tono, pero David me ha dado mucha confianza: yo me preguntaba por qué me había llamado tras verme con Veronese o en Cuando deje de llover, algo tan opuesto a Buena gente, pero ha sido un gran encuentro y estoy disfrutando muchísimo. Ahora noto cómo el personaje tiene más humanidad, más verdad, más presencia, y yo estoy más libre, más pletórica, puedo reírme de mí misma, quitarme densidad, que yo a ratos soy un tanto densa, jajaja.
P.- En ese sentido, y en otros, sois como un oasis, al menos en la cartelera madrileña que, con escasas y honrosas excepciones, bascula entre lo experimental o la comedia más burda y repetitiva, cuando no en reunir varios monólogos y venderlos como teatro…
R.- Sí, es cierto que el público está más acostumbrado a esos extremos que señaláis, ya está mentalizado y sabe lo que va a ver. Esta obra les desconcierta, pasan de la risa a la lágrima y no saben cómo vivir esta experiencia teatral, pero es maravilloso cómo se integran según avanza la función; en EEUU lo llaman “dramedia” porque está a medio camino: al principio hay risas, resulta simpático, se acomodan a ese código, y de repente la cosa se va ensombreciendo, y eso me resulta muy interesante porque me encanta hacer teatro, no diré que para incomodar, pero sí para sorprender, cambiar la sensación que el público trae de casa.
(Susi Sánchez junto a Malena Alterio en Los hijos se han dormido, montaje teatral dirigido por Daniel Veronese)
Algunos compañeros, incluido el productor, felicitan a Susi por la noticia que se ha hecho pública horas antes (incluso hay quien dice que Almodóvar ha visto la función puesto que Pilar Castro también forma parte del reparto de Silencio) y ese es el momento para que Susi evoque un momento de la prueba de vestuario que es muy significativa del modo en que ella trabaja: “En el bolsillo de una de las prendas aparecieron dos billetes de metro de la Gare du Nord de París fechados en 1972. Entonces, empiezas a pensar y a crear el personaje sólo por ese detalle, es algo muy inspirador: un actor puede aportar mucho si le dejan tirar del hilo y colabora con el director”.
(Susi Sánchez en 10.000 noches en ninguna parte (2013) de Ramón Salazar)
P.- Aprovechas cada minuto en escena o en la pantalla, no hay más que recodar tu vibrante y brillante encarnación de la reina Isabel en Juana la Loca de Vicente Aranda: en unos cuantos minutos dibujabas el personaje con un brío que transformaba la secuencia en inolvidable…
R.- Muchas gracias, pero todo es cuestión de trabajo, puro trabajo: para interpretar a Isabel me leí unas cuantas biografías, las que dicen unas cosas y las que dicen otras, ¡incluso llegué a soñar que era la reina!. Yo creo que el trabajo bien hecho se nota, y es algo que no me cuesta porque me resulta apasionante e incluso me divierte.
(Susi Sánchez en 15 años y un día (2013) de Gracia Querejeta)
P.- ¿Qué tiene que tener un personaje para que digas que sí? Tu carrera parece demostrar que piensas detenidamente cada paso, que no te involucras en cualquier proyecto…
R.- Me han reprochado mucho que a veces me pongo elitista, me lo han dicho sobre todo los compañeros, pero es que me dedico a esto porque lo considero un arte y no puedo hacer cualquier cosa, pero no por juicios, es que necesito que el trabajo me aporte algo; lo cierto es que ahora apenas me llaman para determinadas cosas, tienen claro lo que me motiva y en parte es bueno para todos porque haría mucho sufrir a los otros si aceptase algo en lo que no pudiese involucrarme. No soy demasiado selectiva, pero tengo que esperar que el texto me mueva, como aquí, porque a priori es un tipo de teatro plenamente comercial que yo nunca había hecho, pero tampoco es lo que suele entenderse por tal, el texto tiene muchas capas como ya hemos comentado y, además, me apetecía mucho trabajar con David tras ver Lluvia constante, porque era una dirección que no se veía y eso me despertó curiosidad y, a pesar de las dudas o miedos, me lancé.
(Susi Sánchez junto a José L. Gómez en el montaje teatral Final de partida dirigido por Krystian Lupa)
P.- ¿Qué referentes tienes a la hora de interpretar?
R.- Me gustan los actores que caracterizan, no que caricaturizan, sino los que no parecen actores, los que se dejan arrastrar y se transforman en el personaje: Meryl Streep, por ejemplo, no tiene nada que ver en La duda o en Los puentes de Madison, pudieras pensar que son dos mujeres diferentes, y en ambos casos lo consigue por su manera de hablar, de moverse, no por el maquillaje u otros trucos externos. Es una actriz que me apasiona, también Susan Sarandon: ambas son capaces de interpretar personajes totalmente opuestos.
(Susi Sánchez junto a Magaly Solier en La teta asustada (2009) de Claudia Llosa)