MARÍA LUISA MERLO: Encantada de ser "La Merlo"
(María Luisa Merlo como Leonor de Aquitania)
Es, por derecho propio, el epicentro de una saga de actores, en realidad de dos e incluso tres: hija del gran Ismael Merlo y de la también actriz María Luisa Colomina, su matrimonio con Carlos Larañaga propició la unión entre su familia y la de María Fernanda Ladrón de Guevara, su suegra, insigne nombre de la interpretación, casada en primeras nupcias con Rafael Rivelles, de cuya unión nació la inolvidable Amparo Rivelles, vuelta a casar años después con Pedro Larrañaga. Por las venas de sus hijos Amparo, Pedro y Luis corre, por lo tanto, la sangre de diferentes dinastías de la interpretación española, mezcla que se revitaliza casi a diario puesto que la mayoría de la familia sigue dedicada al noble oficio de proporcionar diversión, evasión y emociones. La matriarca, la que figura como referente también para el público, la heredera que ha aportado enorme brillo al apellido y ha recogido el testigo de sus mayores con afán, preparación y excelencia, esa a la que no se puede parar porque es la más activa, la más curiosa, la más entregada (así lo declara su familia), María Luisa Merlo regresa a las tablas (en realidad, nunca las abandona) retomando un monólogo que ya interpretó en 2006: Yo, Leonor de Aquitania de Valentín Redín, que ahora se presenta en el Teatro Quevedo de Madrid en “versión más moderna, para ahora mismo” dirigida por José Manuel Pardo.
La actriz nos recibe en el camerino con la mejor de sus sonrisas, esa que siempre lleva dibujada, transmitiendo optimismo, irradiando simpatía natural, esa que es imposible fingir, acogiéndonos con ese gesto maternal tan característico, ese que tanta popularidad y tanto cariño despierta en el público, especialmente en el más joven, porque “la madre de Luis Merlo y Amparo Larrañaga” (como es conocida familiarmente) es irresistible, te gana en el primer minuto.
PREGUNTA.- ¿Qué te animó a retomar la aventura de ser Leonor de Aquitania?
RESPUESTA.- El personaje es muy actual, aún tiene muchas cosas que decir y esta nueva versión incide en ellas y, además, me ha dirigido José Manuel Pardo, un hombre joven, y me encanta ponerme en sus manos porque lo tiene todo muy claro. Es fantástico trabajar con los jóvenes, con estos talentos maravillosos, cada vez procuro hacerlo más.
P.- En su momento, afirmaste que era un sueño hecho realidad haber tenido acceso a esta función…
R.- Sí, es un personaje que me ha fascinado casi desde siempre, interpretarla era uno de mis anhelos: es la primera feminista, no me cabe ninguna duda, fue una protectora de las artes y gobernó muy bien cuando le dejaron hacerlo porque los maridos eran conscientes de que ella era mejor y optaban por meterla presa, algo que imitó su hijo, el nefasto Juan sin Tierra, momento que recreamos aquí. Bueno, en realidad con el primer marido le dio tiempo a poco, tan sólo a ir a las Cruzadas y darse cuenta de que eran una mentira, precisamente como la que ahora vivimos aunque sea al contrario: ahora se les lava el cerebro a unos señores para que se suiciden matando y lo que hay detrás es mucho dinero, intereses económicos… Las cosas no han cambiado tanto en determinados aspectos…
(María Luisa Merlo en su camerino del Teatro Quevedo)
P.- Pagó un precio muy alto por ser ella misma…
R.- ¡Sin duda! Era una mujer apasionada que, a pesar de todo, nunca se dejó vencer, ¡ni siquiera por sus propios sentimientos! Lo peor de Leonor, su mayor desacierto, su mala fortuna fue enamorarse perdidamente de un monstruo como Enrique Plantagenet, desde ese punto es cuando su vida se despeñó, pero a pesar de ello no se resignó, le plantó cara.
P.- ¿Siguen pagando un precio similar hoy en día las mujeres independientes?
R.- ¡Y uno muy alto, además! No conviene olvidar que cobramos menos que los hombres y que lo único que realmente ha pasado es que la mujer trabaja fuera de casa para seguir currando como una mula cuando regresa. Aunque, cierto es, el hombre ha aprendido mucho, la mayoría ha cambiado y se ve a muchos con los carritos de los niños, aportando, ayudando, llevando al niño a cuestas, ¡eso antes sólo lo hacía mi padre, porque él era muy moderno y me llevaba a la espalda! ¡Algo consiguió Leonor!
Cuando evoca a Ismael Merlo su de por sí esplendorosa mirada acentúa su viveza, relumbra con más fuerza, pero en el momento de nuestra charla sobrevuela la nostalgia, hay un velo de lágrimas puesto que veinticuatro horas antes (29 de enero de 2015) hemos conocido el fallecimiento de la enorme Amparo Baró, actriz a la que María Luisa dedicó la función de ese jueves: “Ha sido algo muy duro porque no tenía edad para ello y sí mucho talento aún por entregar”.
(Amparo Baró y Luis Merlo protagonistas de la exitosa serie de tv El internado)
P.- Hiciste la función con entrega, con fuerza, pero a la hora de hablar de ella no te viste capaz…
R.- ¡Por eso llamé a mi director para que se dirigiese a todos vosotros! El escenario es mágico, te transporta, te lleva lejos, sólo importa que el público reciba lo mejor de ti, pero en el mismo momento de acabar la función me volvieron las lágrimas por Amparo y no pude hablar y me fui llorando hasta casa: me enteré de que estaba enferma cuando todo pasó y no he podido verla viva, hubiera querido cuidarla un poco, hacerla reír…
P.- Trabajasteis juntas en una película de Jaime de Armiñán, En septiembre…
R.- ¡Lo que nos pudimos reír en ese rodaje! Lo cierto es que Amparo era una de mis mejores amigas, la he querido con locura y nos lo hemos pasado que ni os cuento: nuestro sentido del humor era muy parecido porque somos dos Virgo pero de verdad, jajaja. Digo “somos” porque no me gusta hablar de la gente en pasado y, además, alguien como Amparo no se va a ir nunca y menos aún de mi vida.
P.- Sois de esos intérpretes que los de cierta edad conocemos desde siempre gracias a televisión…
R.- Esa época de Estudio 1 era mágica porque éramos tres generaciones trabajando juntos. Yo iba detrás de todo el mundo preguntando si lo hacía bien, se lo preguntaba a don Manuel Dicenta y a algún otro porque mi padre prefería que fuese bailarina, es como yo empecé en la profesión, y me regañó mucho cuando lo dejé para ser actriz: “Has cambiado el idioma universal y siendo actriz en España, en este momento, vas a ir de Irún a Algeciras y de Algeciras a Irún”. ¡Se equivocó porque empecé en Roma haciendo cine, jajajaja!
(María Luisa Merlo e Ismael Merlo)
P.- ¿Es Ismael Merlo tu mayor referente a la hora de interpretar?
R.- Todos los de su generación son mis maestros, pero él especialmente, claro, porque yo me he criado entre cajas, ahí sentadita, viéndole actuar, cambiar de tono con suma facilidad, era un elegido, esa gente que ha hecho mucho teatro, también en cine aunque la censura coartase tanto…
Citamos algunos de los montajes en que la hemos visto y se asombra porque “no me acuerdo de las obras que hago, ¡me las recordáis vosotros!” pero sí mantiene muy vivo el recuerdo de las personas, de las emociones, de lo que siente en el escenario: “Lo que más me gusta es hacer reír, sobre todo desde el buen humor que tenía gente como mi padre o Cary Grant y otros actores guapos, porque es muy difícil hacerlo cuando se es guapo y no caer en el frikismo, en la mueca, dale que te pego, como pasa excesivamente en televisión: me parece fenomenal que todo el mundo pueda trabajar pero que todo el mundo tenga que ser friki…”.
P.- Se te ve en plena forma…
R.- Mis padres me prepararon muy bien para esta profesión: hablo cuatro idiomas, tengo una buena memoria que me he preocupado de ejercitar, pero sobre todo no me relajo en lo que a disciplina se refiere y eso es oro. Tampoco conviene perder de la vista la humildad: si eres una actriz colocada, ¿para qué narices vas a estar todo el rato recordándolo? Toda la gente importante que he conocido es la más humilde, no hay que reivindicar nada.
P.- Además, como la Baró, como la Rivelles, como la Velasco, como tantas, tú eres la Merlo, dicho con toda la admiración del mundo…
R.- ¡Cuando te ponen el “la” es perfecto! Con ese “la” delante me digo “ya soy la Merlo, ya está, lo conseguí”, es todo un orgullo. Y en lo meramente físico tengo la fortuna de ser fuerte, además no fumo, lo dejé hace quince años, nunca he bebido, hago ejercicio físico, medito, pero meditación práctica, para estar aquí, no me hablan de fantasías o de dónde me iré cuando muera, yo me preocupo de estar aquí bien. Y como tengo la suerte de empatizar tanto con los jóvenes, me retiraré cuando quiera, siempre antes de defraudar a esa gente que me sigue, cuando me vea sorda o mal de voz, pero como cada día estoy más fuerte puede que esté hasta los 90 años como mi amiga Asunción Balaguer.
(Izq a dcha: Luis Merlo, Amparo Rivelles y Amparo Larrañaga)
P.- En una ocasión, tu cuñada Amparo Rivelles dijo que uno se retira por salud o porque deja de interesar porque, en realidad, la mayoría de las veces es el público el que decide por ti…
R.- ¡Y lo cumplió! Os cuento algo que no ha trascendido demasiado: mi cuñada se retiró ella, efectivamente, en cuanto se notó con demasiados dolores en el cuerpo terminó la función de ese día, esperó a los aplausos, se adelantó al público, ni el productor lo sabía, fue una decisión del momento, desde la corbata anunció “señores, han visto ustedes la última función de Amparo Rivelles”, se puso el público en pie y así fue. Yo no pienso hacer gira de despedida porque me da la risa: espero morirme en el escenario o hacer lo mismo que Amparo.
P.- ¿Y qué vendrá después?
R.- No sé, sólo pienso en el presente, mi futuro es la próxima respiración, jajaja. Se está yendo demasiada gente demasiado pronto, la Baró preparaba un monólogo y ya veis, así que yo al día a día, aunque me gustaría volver a hacer reír, una comedia en la que haya un momento en que pueda ponerme seria, sentir que el público toma aire y tomarlo yo con él.
(María Luisa Merlo en La fiebre del heno)
P.- Si fueses británica harías otro Noël Coward como La fiebre del heno…
R.- ¡Y también hice Vidas privadas con Carlos! La fiebre del heno se la vi interpretar a Judi Dench y alguien me dijo que nos parecemos mucho en la forma de funcionar, pero ella tiene la suerte de haber nacido unos kilómetros más arriba que yo, jajaja. He hecho cursos sobre Shakespeare, he ido a la Royal, soy muy curiosa, me gusta viajar y enterarme de todo.
(Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo)
En ese sentido le decimos que sería la actriz perfecta para interpretar en España el último gran éxito de Judi Dench, Peter and Alice de John Logan y nos confiesa que la ha leído y le entusiasmó, “pero ahora hay que esperar a ver si un productor se anima”. Se despide pletórica para ponerse el magnífico vestuario que la transforma en Leonor, un vestido actual pero atemporal que a veces le permite evocar, sin imitar, a la imprescindible Katharine Hepburn que interpretó a la reina en la versión fílmica de El león en invierno –“ahí fue cuando me enamoré del personaje, gracias a esa película. ¡Y cómo estaba esa señora, por favor! Bueno, estaba de lo que le dieron, de Oscar”-. Y se la ve feliz, gozando de su profesión –“y más en una sala como ésta, que me acerca al público, donde puedo mirarle a los ojos, ¡que ya soy mayor y en los teatros grandes no veo nada!”-, cautivando al público que la sigue, ganando adeptos cada día.
Óscar López, Pablo Vilaboy
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